Antón Pirulero

Antón, Antón,
Antón Pirulero,
cada cual, cada cual
atiende su juego,
y el que no, y el que no
una prenda tendrá.

En mi familia foodie todos tienen alguna especialidad en la cocina… excepto yo. Mi mamá se dedica a lo dulce, mi hermano amasa todo tipo de panes y mi papá incursiona con las carnes. Cocinan todo el tiempo, investigan, aprenden y prueban. Un poco envidio que el bichito de la comida no me haya picado por ese lado. A veces debaten las recetas o se dan consejos entre ellos o simplemente comparten la cocina. Y si bien también puedo estar en la cocina, siempre la miro de visitante.

Con la excusa de que había una hamburguesa en el menú, mi intrépida madre nos invitó un domingo al mediodía a comer a KON KON, un bolichito en Villa Crespo que jamás había oído nombrar. Un poco dormidos todavía, mi hermano y yo aceptamos ir.

La especialidad de KON KON no son las hamburguesas, sino la cocina a leña. Así es, como si nos trasladáramos al medio de un bosque, lo que hace interesante a este local con lugar para no más de diez personas es su horno a leña y su carta 100% preparada de esa manera. La opción era re novedosa, una hamburguesa con medallón y pan cocinados a leña.

El solcito del domingo me pegaba en la cara, estaba un poco fresco pero esto ayudaba y nos sentamos afuera. Pedimos cinco platos (somos 4, pero de muy buen comer), dos de ellos eran hamburguesas.

La hamburguesa era tan linda que me daba pena empezar a comerla (¡mentira!), pero de solo ver esta hermosura redonda y perfecta se me hacía agua la boca.

El morrón brillaba con el sol y la yema del huevo amenazaba con empezar a deslizarse. KON KON es una fiesta, perdón por el spoiler. Las papas son ricas, pero no me volaron la caebza. El medallón es bastante grueso (como a mí me gusta, similar a Heisenburger Burger Lab), pero logran un punto justo sin que se sobrecocine en ninguna parte, y tiene un equilibrio de materia grasa bien logrado. Además el gustito a leña no es invasivo. El morrón y el huevo quedan en tercer lugar atrás del pan horneado a leña. Un pan esponjoso que tiene el tamaño justo y un sabor increíble.

Imposible no querer desplomarme sobre la mesa al rayo del sol a dormir la siesta después de tamaño festín. Pero mis acompañantes querían mi veredicto, querían saber si sus opiniones coincidían con la mía. Y sí, tal vez mi lugar no sea la cocina, sino el de catadora oficial de hamburguesas, y encaja perfecto. Y estoy muy contenta de que así sea.

Esta reseña quedó un poco traspapelada, así que voy a aprovechar para contarles que en los meses subsiguientes no tuve le oportunidad de volver a KON KON, pero cada tanto me quedo un rato mirando la foto de la hamburguesa y se me hace agua la boca.