En mi breve paso por Arquitectura, Lu me enseñó que la ciudad perfecta es aquella donde cada esquina te puede cambiar la vida. No es de su autoría, es de un capo de la profesión que no recuerdo su nombre.
Cuando leí que abrió La Esquina, automáticamente viajé en el tiempo, me teletransporté a los pasillos de la FADU. »Efecto fenomenológico», diría mi profesor de proyectual del CBC.
La hamburguesería pico en punta gracias a ese recuerdo. Teníamos pensado pasar primero por viejas conocidas, pero el amor es más fuerte y encaramos para Gorriti y Fitz Roy, la esquina de La Esquina.
Cuando estábamos yendo para el local pasamos por, mínimo, cinco hamburgueserías o similares. »La vida es aquello que pasa mientras abren hamburgueserías en Palermo», dijo Tierra de Nadie y me conquistó. El boom parece no aflojar y la oferta es cada vez mayor, ¿qué pasará en un futuro?
El camino a La Esquina fue una perdición que nos abrió el apetito. Llegamos con hambre, mucha. También con ganas de volver al ruedo, pero el parate nos jugó en contra y nos olvidamos que siempre hay que tener los celulares cargados.
El Minuto a minuto vía Twitter (ahora rebautizado Mordisco a mordisco), las fotos para Instagram y Facebook dependían de un 8% y un 3% de batería. Si no hay registro fotográfico, la comida nunca existió. Lo dice La Biblia: »Subirás tu foto a Instagram y la compartirás en Facebook».
La Parca estaba por sentenciar a nuestros celulares, hasta que La Esquina os iluminó y nos rescató de la herejía: hay puertos USB para dejar a los gorditos cibernéticos contentos. Gran diferencial de la hamburguesería, un puntito más que inteligente e imposible de no remarcar en estos tiempos donde »No tenemos Wi-Fi hablen entre ustedes» es un chamuyo marketinero.

AGUANTE EL INTERNET CARETAS
Cuestión, por recomendación de la casa pedimos La Esquina (coleslaw, panceta, queso fontina, ceboola crsipy y dressing Big Mike) y La Yucateca (mayonesa de Chipotle, pico de gallo, palta, tomate y chiles encurtidos -opcional-). La primera para mis manos, la otra para Lu.
Las hamburguesas se prestaron para la foto y para la boca. Muy buen sabor el de la carne, tierna, y sabe relacionarse con los demás participantes. Los ingredientes no escatiman y el pan es como nos gusta: blando y que se apretuja con el resto, una muestra de amor fundamental a la hora de lograr una buena hamburguesa. Si el pan falla, 90% de que se caiga la mesa. Con respecto a las papas, también están buenas. El combo, definitivamente, es una armonía que se refleja en el primer mordisco. Las primeras impresiones, a veces, son una sentencia (lamentablemente).

¿No nos siguen en Instagram? @demhamburguesa
La Esquina tiene material para que no le hagan bullying en el barrio más hamburguesero de todos. El nuevo new kid on the block llegó y no sólo para quedarse, sino también para hacerle frente a todo aquel que se le quiere hacer el vivo.
Fitz Roy y Gorriti cumple con las declaraciones del arquitecto anónimo para mi memoria, porque cada vez que comparto una hamburguesa con Lu, recuerdo que mi vida cambió para siempre.