Nicolás

TrípticoBurgerMood

Soy el menor de cinco hermanos. Entre los tuyos, los nuestros y los míos podemos formar un equipo de fútbol cinco (mixto, pero de fútbol al fin). Siempre soñé con tener un hermano menor porque no me gustaba mi rol en ese equipo. El menor es sinónimo de bullying familiar, así que quería pasarle la posta a ese hermano que nunca llegó. En realidad lo más importante era tener un compañero para jugar a la pelota a cualquier hora. Por eso quería tener un hermanito, para tirar paredes por toda la casa y también tirar todo adornito innecesario que estuviera dando vueltas.

Recuerdo que me enojé (!) con mi tía cuando nos contó que estaba esperando su segunda nena. Nos lo comunicó apenas llegado el año 2000. Todavía había fuegos artificiales en el cielo. Era la noticia del milenio.

»No puede ser, otra prima mujer», renegué. Con la fábrica de mi mamá más que cerrada, el primo varón era la única esperanza. Hoy, esa nena del nuevo milenio cumple 15 años. Si hubiese sido varón, tranquilamente podría estar jugando con él en algún picado, pero no, mujer.

Cuando conocí a Lu, me dijo que tenía un hermano menor. Le pregunté si le gustaba el fútbol y me dijo que sí. Encima hincha de River. No era la noticia del milenio, pero sí una linda, al menos para mí. Me gusta proyectar, suelo soñar despierto, y apenas me lo contó, ya me veía jugando con él en vaya saber dónde. Apresurado total, porque recién estaba saliendo con Lu, pero internamente sabía que nuestra historia iba a prosperar. Siempre se lo dije.

Finalmente me puse de novio con Lu y conocí a Nico. 16 años, apenas un año más que mi prima del 2000. Imposible no compararlos. Veo a Nico y veo a mi primita. No sé por qué uso diminutivos, pero siempre será chica, como lo soy yo para mis hermanos, que me siguen diciendo hermanito con casi 24 años a cuestas.

Hace ya año y medio que lo conozco y todavía no pateamos ni un bollo de papel. Nada de nada. Ni él me invitó a jugar, ni yo a él. Tal vez nunca nos faltó uno, o tal vez todavía no logré ganarme su confianza.

Ese partido, tantas veces idealizado, se está tomando su tiempo. ¿Cómo alimentar la relación con él de otra manera que no sea a través del fútbol? La respuesta está en la pregunta: alimentar. Nico hace unas muy buenas hamburguesas que superan a varios locales que hemos visitado (algún día lo reseñaremos), así que con Lu lo invitamos a nuestro recorrido hamburguesístico.

Burger Mood fue el local elegido para reforzar nuestra relación y así tirar alguna pared en algún futuro. Los comentarios en distintas redes sociales afirman que Burger Mood es un abanderado del Microcentro. Confié en los extraños, no podía quedar mal, materializar el partido dependía de este almuerzo.

Tantas ganas tengo de caerle bien, que me pedí lo mismo que él: la Cuate Burger, que viene con palta, spicy ketchup, cebolla asada, cheddar y tomate. Lu hoy pasa a segundo plano, así que no voy a decir que se pidió, aunque ya deberían saberlo, la innovación no es lo suyo y tiene tatuada en la frente una panceta bañada en cheddar.

El pedido no tardó, un puntito que siempre suma. Sin embargo, la rapidez se vio opacada por cómo vino: súper quemado. Y con súper me refiero a tostado. Tanto el pan como la hamburguesa estaban pasadísimas. No estoy exagerando. Raro porque el pedido, como dije anteriormente, vino bastante rápido, por ende es inentendible que se les haya pasado (en todo caso debería haber venido crudo).

La relación había empezado con el pie izquierdo porque una chica nos retó por fusionar dos mesas de dos y hacer una de cuatro. Sútilmente nos pidió que fuéramos a una de cuatro original, pero no accedimos, el local estaba vacío, el comentario fue innecesario. Para colmo después trajo los vasos y eran metálicos. El camping decía nuevamente presente, como en Tierra de Nadie. Nos miramos con Lu y decidimos tomar del pico. »A quién le importa lo que yo haga», diría una filósofa mexicana.

A medida que mordía, el anhelado partido se alejaba cada vez más. El gusto a quemado parecía irremontable, hasta que la buena combinación de ingredientes pudo emparejar la desventaja. La hamburguesa tenía todas las de perder por las condiciones de cocción, pero la relación ingredientes/sabor es más que acertada y gracias a ella se ganó la revancha. Muchas personas hablan maravillas de Burger Mood, al parecer nos tocó un día de mala suerte, un factor siempre latente a la hora de comer.

El veredicto fue unánime: difícil analizar un pedido que estaba pasado. Rescatamos la relación mencionada anteriormente, pero inevitable no expresar nuestra frustración. La mía pesaba el doble, porque yo había elegido Burger Mood. Condené el partido con mi elección. Le tiré más tierra.

El sábado pasado fue el cumple de Nico. Pensé en regalarle una pelota, para seguir sumando indirectas, pero espero que con esta reseña alcance. Un texto y una hamburguesa es un pedido a gritos para jugar a la pelota. Igualmente siempre se puede ser más claro, así que acá va: Nico, quiero jugar al fútbol con vos y tener revancha en Burger Mood.

BannerFinalCrónica

Ubicación:

  • Viamonte 359 (Microcentro).

Para más información, visitar su Fan Page en Facebook.

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s